México, la belleza de la tradición
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Música, danzas, rezos, rituales, colores, olores, sabores. El folclor de México enriquece y estimula los sentidos, es la esencia de su personalidad. En cada rincón del país existe un buen motivo para celebrar.
Els Blaus de Roses

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El alma folclórica de México se deja sentir en sus fiestas y tradiciones, nacidas de una conmovedora fusión de culturas, del sincretismo entre dos mundos: lo colonial y lo prehispánico, lo cristiano y lo pagano. Un país profundamente mestizo, y naturalmente indígena, que abre sus puertas al mundo para compartir su legado.

Música, danzas, rezos, rituales, colores, olores, sabores. El folclor de México enriquece y estimula los sentidos, es la esencia de su personalidad. En cada rincón del país existe un buen motivo para celebrar. Cada año se realizan alrededor de 5,000 fiestas a lo largo y ancho de la república: unas ostentan herencia prehispánica o influencias europeas, las otras son de carácter religioso, ritual o pagano, pero todas llevan tatuado un profundo sincretismo cultural.

Bailes cargados de contenido ritual. Rezos que se convierten en música. Hermosas vestimentas, o más caras, que transforman a la gente común en dioses o demonios. México emana un folclor, cargado de antagonismo, donde la victoria y el fracaso, la fe y la culpa, el llanto y la risa, la seriedad y la despreocupación se funden en un sólo sentimiento festivo.

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Las festividades mexicanas, los cantos tradicionales y los sabores típicos están cargados de tal simbolismo, belleza y riqueza cultural que algunos de ellos ya han sido nombrados Patrimonio Cultural inmaterial por la Unesco.

Este año se sumaron tres nuevos integrantes a la lista de patrimonios de México para el mundo: el canto de los purépechas conocido como la Pirekua, la danza de los Parachicos de la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo y la gastronomía tradicional mexicana, con base en el maíz, el frijol y el chile.

Conchero, danza ritual Azteca
Con estas nuevas adiciones, México incrementó su lista a seis, ya que en 2003 fue declarada Patrimonio Intangible la celebración del Día de Muertos, y en 2009 la ceremonia ritual de los Voladores de Papantla y las tradiciones de los habitantes del Valle Sagrado Otomí-Chichimeca de la Sierra Gorda de Querétaro.

PIREKUA: CANCIÓN DEL ALMA

Los sonidos de las notas de la Pirekua resuenan al ritmo de la historia del pueblo purépecha, localizado en Michoacán. Los miembros de esta comunidad indígena son uno de los mejores ejemplos de la habilidad del mexicano para componer, hacer música y como ellos mismos dicen: "llorar bonito".

La pirekua, que significa canción en lengua purépecha, es un género musical fruto de la fusión de las notas y los cantos religiosos, de los evangelizadores, con las reminiscencias de la música indígena, es la voz de sus habitantes nativos.

Estas canciones tradicionales están dedicadas a la naturaleza, a las mujeres y a la vida; son recuerdos dolorosos y alegres plasmados en el idioma original de sus intérpretes, quienes han hecho del canto un acto ritual de valentía y respeto por su historia. La letra es interpretada a lo más, por tres voces, acompañadas de violín, viola, violoncelo, contrabajo, flauta, clarinete, trombón y guitarra.

PARACHICOS: LA DANZA DEL BIEN

La celebración mestiza más renombrada de Chiapas es la danza de los Parachicos, que se realiza en enero, durante la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo. Tres venas alimentan el corazón chiapaneco en estas celebraciones: la que lleva la sangre aguerrida de los antiguos indios chiapanecas, la de los frailes europeos llegados durante la conquista y, la más alegre y colorida, la de los esclavos africanos que llegaron a México entre los siglos XVI y XVII.

Desfiles de gigantes
A pesar de los diversos eventos tradicionales que se llevan a cabo, el alma de esta fiesta son los Parachicos: personajes cuya máscara tallada en cedro busca imitar los rasgos de los españoles. Su cabellera es una peluca de ixtle (fibra textil usada desde la antigüedad) adornada con flores o listones. Sobre los hombros llevan un colorido sarape y en el pantalón lucen chalinas bordadas en chaquiras y lentejuelas; en la mano llevan un chinchín (maraca) que agitan cuando bailan por las calles. El sonido de los chinchines evoca a la lluvia y el zapateado que realizan tiene como objetivo despertar a las fuerzas bienhechoras, del fondo de la tierra, para proveer buenas cosechas.

Durante seis días los Parachicos recorren las calles, alegrando a Chiapa de Corzo. En su danza se concentran alrededor del Patrón, quien lleva una guitarra y una máscara de ojos saltones, con nariz aguileña y grandes bigotes. Entre todos esparcen el ritmo por todos los rincones del poblado, para limpiar los males. El Patrón es un cargo vitalicio que se transmite por herencia familiar, y alrededor de este personaje gira la "nube de Parachicos", que a veces suman cientos.

COCINA TRADICIONAL: LA ESENCIA DE MÉXICO

Más allá del abanico de sabores, texturas, ingredientes y colores que contienen las recetas de la cocina tradicional mexicana, la gastronomía regional implica una forma de ser, de vivir, de sentir, de disfrutar, de compartir. En cada platillo se encierran tradiciones ancestrales y se plasma la fusión de culturas e ingre­ dientes milenarios. En cada bocado se manifiesta la sabiduría de generaciones pasadas y se refleja la generosidad de las tierras mexicanas, en las que se cultivan, aún con técnicas tradicionales, granos, frutos, hortalizas y especias exóticas para cocinar platillos típicos, como el mole o los chiles en nogada.

La gastronomía mexicana demostró ser poseedora de una continuidad histórica, ser símbolo de identidad entre culturas y pueblos y, por lo tanto, digna rada Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO.

Gastronomía típica
DÍA DE MUERTOS: UNA CELEBRACIÓN LLENA DE VIDA

Esta es una de las tradiciones más coloridas de México. Día de júbilo, misticismo y celebración, donde vivos y muertos comparten un espacio común. Las almas que partieron regresan a visitar a sus seres queridos, y para recibirlos nada mejor que música, flores, procesiones y deliciosas ofrendas. En estas fechas, hasta la muerte se viste de fiesta.

Llamativos altares de muertos se colocan en casas, comercios y cementerios. Un espacio, lleno de color y simbolismo, que honra la memoria de los que partieron. En el centro, arropadas por veladoras encendidas, encontramos fotos de los difuntos. Las flores de cempasúchil, de un naranja tan intenso que representa la luz del sol. Indican a las almas el camino de vuelta a casa. Las ofrendas están listas: frutas, platillos tradicionales, tequila, cigarrillos, chocolates, dulces típicos y todas las delicias de las que, en vida, disfrutaba el difunto, se ponen también sobre el altar.

Tiras de papel picado, de colores brillantes y con la imagen de la calavera, simbolizan el viento, y cuando el papel ondea significa que los difuntos están presentes; el copal envuelve el ambiente con un aroma dulce, que atrae a vivos y muertos. El ánimo, más que de nostalgia, se colorea de fiesta: aquellos que fallecieron regresan por un par de días a disfrutar de la vida; vida que se celebra, en honor de la muerte, con música, cantos, bailes, gastronomía típica y, por qué no, con bromas de acento lúgubre.

En estos días, los allegados se regalan cráneos de azúcar decorados con su nombre: una forma dulce de reírse de la propia muerte. Otro detalle típico de estas fiestas son "las calaveras", divertidas rimas satíricas en las que se habla de los vivos como si ya estuvieran muertos, engrandeciendo sus virtudes o defectos. Las Catrinas, sofisticados esqueletos ataviados con un afrancesado sombrero de plumas, son otro de los íconos que predominan en esta festividad y nos recuerda que la muerte, cuando llega, no distingue de raza, cultura o posición social.

Esta celebración, que se realiza desde tiempos prehispánicos en diversos estados de la República Mexicana, es un claro ejemplo de sincretismo cultural: la fusión entre la fe cristiana y las tradiciones autóctonas. Es una festividad con gran contenido espiritual, que une a los vivos con sus propias raíces, con su historia, con sus antepasados difuntos y es, también, un amable recordatorio de que la vida es hoy, aquí y ahora.

LO QUE NO TE DEBES PERDER...

Pátzcuaro, un colorido Pueblo Mágico a 59 kilómetros de Morelia (en Michoacán), es uno de los des­ tinos favoritos para vivir estas fiestas. Hasta su nombre en purépecha rinde honor a los difuntos: significa lugar de la negrura, o el mundo de la muer­ te y, para las comunidades precolombinas, representaba la puerta del cielo.

Por la noche, las calles empedradas, con sus casas coloniales alrededor del lago, adoptan un aire festivo. Se presentan ofrendas típicas, con velas y flores de cempasúchil, en la explanada de La Casa de los Once Patios. Además hay conciertos y tianguis artesanales en la plaza principal.

En el Lago de Pátzcuaro se realiza una procesión, bellísima, abordo de embarcaciones típicas de la región, decoradas con flores y veladoras. Al llegar a la isla de Janitzio se ve a la gente congregada alrededor de las tumbas adornadas con ofrendas. Las campanas anuncian la llegada de las ánimas, al tiempo que se escuchan los cantos y rezos en honor de los muertos.

Los concursos de altares, los mariachis, las serenatas, así como la comida, la solemnidad y la alegría del encuentro entre vivos y muertos son parte de una tradición mexicana que ningún viajero se debe perder.

Altar de muertos
POSADAS Y PIÑATAS
La manera más folclórica de recibir la Navidad

La costumbre de las posadas (que se celebran del 16 al 23 de diciembre en todo México) se inició en los tiempos de la colonia. Se trata de una representación, que se hace entre amigos y familia, del peregrinar de María y José buscando asilo, que culmina cuando éstos son bienvenidos a resguardarse.

Los anfitriones toman el papel de los hosteleros y quienes piden asilo, el de los peregrinos. Toda la representación se hace con cánticos tradicionales y finaliza con una gran fiesta en la que se bebe ponche y se rompen las piñatas tradicionales.

Las piñatas, hechas de barro y decoradas con pape­ les brillantes, tienen la forma de una estrella de siete picos, que representan los siete pe­ cados capitales en la religión católica, a los que hay que "romper" con la "fe ciega" (por eso se tapan los ojos para pegarle a la piñata) usando un palo, que representa la fortaleza divina.

Al romperse "los pecados" caen "del cielo" las bendiciones: dulces típicos y frutas, como mandarinas, tejocotes, cacahuetes y limas, que representan la recompensa por haber vencido al mal.

TEMAZCAL: RITUAL DE RENACIMIENTO

El Temazcal es un baño de purificación ritual que busca desintoxicar el cuerpo, la mente y el alma mediante un rito prehispánico, originado en tiempos inmemoriales, que nos acerca al vientre de la Madre Tierra en una ceremonia simbólica de renacimiento.

El Temazcal, o "casa de vapor" en náhuatl, es una construcción de piedra con una cúpula, que asemeja la forma de un iglú y representa el vientre de la madre tierra. En su interior, el vapor aroma- tizado con albahaca, ruda y hierbabuena emana de un montón de rocas calientes que se encuentran en el centro del recinto. El rojo vivo de las piedras es lo único que se puede ver en medio de la oscuridad. El calor comienza a sentirse en la piel, y el encierro, lejos de desesperar, sirve de pretexto para silenciar los pensamientos y entrar en contacto con uno mismo.

El lugar es tan íntimo y cerrado que parece abrigar. Las cuatro puertas, o sesiones que lo conforman, simbolizan los cuatro puntos cardinales y transcurren entre cantos, agradecimientos y plegarias. Entre cada sesión hay un descanso para respirar aire fresco y beber un té medicinal. Cuando el temazcal llega a su fin, se experimenta un sentimiento de paz y armonía. Un baño de agua fría, o un chapuzón en la piscina, de la bienvenida a un nuevo nacimiento.

Actualmente es utilizado como método de la relajación y se incluye dentro del SPA en algunos hoteles boutique, como El Hostal de la Cruz (en Tepoztlán), que ofrece una experiencia única: un Temazcal guiado por un chamán, heredero de la tradición milenaria, en un entorno acogedor y místico, rodeado de naturaleza. Es el sitio ideal para disfrutar de una de las tradiciones más antiguas de México.

Dulce típico del Día de muertos
CALENDARIO DE PRINCIPALES FESTIVIDADES

FEBRERO: CARNAVALES
Entre la locura, las máscaras y el latir de los tambores; los carnavales llevan a cuestas la historia de los pueblos de México. Una costumbre heredada del clero español del siglo XVI.
CUANDO: Diversas fechas, desde finales de enero hasta principios de marzo.
DONDE: Todo México.

MARZO: PROCESIONES DE SEMANA SANTA
Si bien se trata de eventos que se realizan en plazas públicas, las procesiones en diversos estados de México no son puestas en escena para turistas, sino toda una tradición que hunde sus raíces en el tiempo y que se llevan a cabo con profundo respeto.
CUANDO: Entre los últimos días de marzo y los primeros de abril.
DONDE: Todo México.

ABRIL: LA FERIA DE SAN MARCOS
La ciudad de Aguascalientes alberga la también llamada "Feria de México", la más antigua e importante del país.
CUANDO: Unos días antes del 25 de abril, hasta principios de mayo.
DONDE: Barrio de San Marcos, Ciudad de Aguascalientes.

JULIO: LA GUELAGUETZA
Cada año, Oaxaca se viste de fiesta y al mismo tiempo reafirma su legado prehispánico, rindiéndole honor a sus tradiciones, a su riqueza gastronómica y cultural. CUANDO: Los dos lunes siguientes al16 de julio.
DONDE: En Oaxaca.

SEPTIEMBRE: EL GRITO DE LA INDEPENDENCIA
Las plazas centrales y zócalos de todo México se iluminan la noche del 15 y la madrugada del 16 de septiembre para conmemorar la independencia del país en 1810.
CUANDO: 15 y 16 de septiembre.
DONDE: Todo México.

OCTUBRE: FESTIVAL INTERNACIONAL CERVANTINO
Todo tipo de expresiones artísticas de diversas partes del mundo inundan las calles empedradas de Guanajuato, encantadora ciudad colonial localizada en el Bajío mexicano.
CUANDO: En Octubre.
DONDE: Ciudad de GuanajuatoMéxico, emociones al natural

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